Puntos críticos del “Plan Decenal de Educación 2006-2015”

Por Fabio Jurado Valencia
(Universidad Nacional de Colombia)

En la perspectiva de cumplir con una agenda más, el Ministerio de Educación Nacional puso en circulación el documento de base para la constitución de las mesas de trabajo alrededor del plan decenal de educación, 2006-2015. Entre los meses de julio y agosto de 2007 se adelantaron las reuniones y los debates públicos sobre los problemas y las propuestas para la educación en Colombia.

En general, el tono del discurso del documento previo muestra cómo en educación todo va bien y que, según el balance del CEDE (Centro de Estudios de la Educación: Universidad de los Andes), el plan decenal 1995-2006 fue muy positivo. El documento no identifica, sin embargo, los grandes problemas de la educación de hoy, para desde allí definir la agenda para la nueva década. En ningún caso se habla de la deserción en los distintos niveles educativos, sobre todo de la alta deserción en la educación secundaria, el débil acceso a lo que se llama educación media y los preocupantes índices de cobertura en la educación superior. El documento elude los problemas de fondo. Por ejemplo, señalamos algunos, entre muchos otros:

– ¿Cómo hacer para que, en aras de la “equidad” (de la que se habla tanto en el documento), los niños y los jóvenes puedan permanecer en las escuelas públicas con una jornada extendida (en lugar de la media jornada), con una alimentación garantizada y una infraestructura escolar que les permita seguir aprendiendo más allá de las clases regulares (en los laboratorios, en las salas de informática, en las salas de música, en las bibliotecas, en los espacios deportivos, en los talleres...)?

– En el sistema educativo colombiano hay dos ciclos en una situación profundamente crítica: la educación de la primera infancia (la inequidad en la educación pre-escolar y su calidad) y los dos últimos grados del bachillerato (mal llamados “educación media”). De un lado, es necesario el mejoramiento de los espacios para la educación pre-escolar, a la vez que debería ampliarse el número de años de educación obligatoria en este ciclo (al menos dos años, como ocurre en la mayoría de los países de la región). De otro lado, cómo lograr en Colombia una educación media que sea coherente con el perfil de este ciclo: un ciclo que, al menos en tres años, inicie a los estudiantes en ámbitos de profundización (bachillerato con énfasis en artes, humanidades, ciencias, tecnología, oficios, deportes…) relacionados con el trabajo y con su continuación en la educación universitaria. Cabe analizar los datos porcentuales que se presentan al respecto, cuando se dice que “el 38 % de las instituciones oficiales” ofrecían la modalidad técnica hasta el año 2005: ¿se incluyen aquí a las instituciones que dicen educar en tecnología porque se programa un número mayor de horas en informática o porque educan en secretariado o porque son colegios técnicos? Es necesario distinguir entre colegios técnicos y educación media.

– Es necesario preguntar si hay una disposición del Estado para ampliar los acervos bibliográficos de las bibliotecas de los colegios y de los materiales impresos, audiovisuales y electrónicos, más allá de los tradicionales libros de texto o de los computadores de segunda mano. En la era de la información los niños y jóvenes requieren materiales genuinos y no tanto materiales reciclados.

– El documento no hace referencia a los proyectos editoriales que necesita el país para impulsar la formación de lectores críticos; el plan nacional de lectura está ausente en el documento del Plan Nacional Decenal de Educación. El Ministerio de Educación y el Ministerio de Cultura, junto con las universidades públicas y las Secretarías de Educación de las distintas regiones deben aliarse para el desarrollo de un proyecto amplio sobre la circulación ágil y económica del libro: no hay otra posibilidad para ampliar el capital cultural de las familias más pobres si no se adelantan proyectos editoriales, y talleres de lectura y escritura, que garanticen el crecimiento intelectual de las personas; el sentido de la democracia está determinado por el nivel de lectura que tiene un país; allí en donde la lectura de los textos fundamentales de la cultura están ausentes, es muy difícil hablar de democracia. Los maestros requieren de un acceso más fácil a los libros para continuar con su formación. El precio alto de los libros hace que los maestros tengan muy pocas posibilidades de poseer una biblioteca básica, tan necesaria para todos los que tienen el compromiso de educar desde la escuela. Esto tiene implicaciones también en la formación investigativa de los maestros, para lo cual se requiere un mayor presupuesto destinado a las entidades que financian investigación en el campo de la educación.