(Afiche: Homenaje de Pablo Picasso al gran poeta francés)
René Char hubiese cumplido cien años en junio de 2007. Si bien ya no está a nuestro lado, podemos congregarnos en torno a su palabra luminosa y convocar nuevas confabulaciones desde la casa del lenguaje. Su poesía y su lucidez nos acompañarán siempre. Éste no es más que un breve homenaje a mi hermano, el poeta.
Pretender tener la razón es un acto eminentemente agresivo. Bajo esta mirada de medusa toda diversidad es petrificada y el poder entroniza sus esfinges cotidianas. La razón no se puede tener, es una búsqueda que se repliega en sí misma como un grácil bucle. A todo poder le horroriza el teorema sin resolver o el poema que no lo legitima, entonces suelta sus jaurías tras las voces, tras los cuerpos que se resisten a su ladrido unívoco sembrando lenguajes de indignidad en todos los caminos de pasos sin huella.
Pero la poesía frota sus yescas en los ojos sin párpado de esa indignidad. Y no es del consentimiento de lo que se habla, es de la gran pregunta que la imaginación le inflige a esa realidad que se proclama única desde la razón. La poesía borra esas fronteras, echa abajo empalizadas y se instala en ese umbral donde ya no se confunde la acción con la expiación, ni la partida es señal de aniquilamiento.
“He aquí la época en que el poeta siente erguirse en él esta meridiana fuerza de ascensión”, fuerza de ascensión que le permite abatir los rígidos dualismos, que le permite echar abajo tanto encierro de dureza sin matices. La poesía instaura altas techumbres de paciencia, espacios de resistencia donde habita la última humanidad bajo el sol negro del pensamiento único. La libertad: dignidad de la poesía.