Entrevista con Floriano Martins

“Poesía colombiana en Brasil”

Por Amparo Osorio

El Poeta, ensayista, traductor y editor Floriano Martins (Brasil, 1957) es autor de los libros: Escritura Conquistada (Diálogos con poetas latinoamericanos, 1998) y El inicio de la búsqueda (El surrealismo en la poesía de América Latina, 2001). Entre sus libros de poesía sobresalen: Alma en llamas (Brasil, 1998), Cenizas del sol (Costa Rica, 2001), y Tres estudios para un amor loco (México, 2006). En la actualidad dirige, junto a Claudio Willer, la revista electrónica Agulha (www.revista.agulha.nom.br) y es coordinador del proyecto Banda Hispánica, del Jornal de Poesia. Dentro de su importante labor de difusor de la literatura, coordina en su país los encuentros internacionales LiterAmérica, Fliporto y la próxima Bienal Internacional del Libro 2008.

¿Cuáles fueron los criterios para la realización de la antología de poetas colombianos que será lanzada a finales de septiembre en todo el Brasil?

Antes es preciso decir que tenemos un plan editorial, Lucila Nogueira y yo, de una serie de antologías que tratarán de despertar en el lector brasileño el interés por la poesía de los países hispanoamericanos. Dimos a este conjunto de antologías el título general de Mundo Mágico, y la primera de ellas a ser publicada es la de poetas colombianos, que será presentada en Fliporto el próximo 29 de septiembre. El plano general considera dos aspectos estructurales: una selección de 40 poetas contemplando un período histórico que va del Modernismo al ambiente contemporáneo, y la realización de una encuesta con los poetas participantes, con la intención de recoger un testimonio vivo y diverso de aquella tradición lírica. Hemos incluido, entre otros, a José Asunción Silva, Guillermo Valencia, Porfírio Barba Jacob, José Eustasio Rivera, León De Greiff, Luis Vidales, Aurelio Arturo, Carlos Martín, Fernando Charry Lara, Héctor Rojas Herazo, Meira Del Mar, Álvaro Mutis, Jorge Gaitán Durán, Rogelio Echavarría, Eduardo Cote Lamus, Carlos Obregón, Gonzalo Arango, Jaime Jaramillo Escobar, Mario Rivero, José Manuel Arango, Giovanni Quessep, Jotamario Arbeláez, Elkin Restrepo y Harold Alvarado Tenorio.

Está en marcha un importante proyecto de difusión de la cultura brasileña en todo Hispanoamérica. ¿Con qué actividades?

Es un momento particularmente oportuno para crear algo sistemático en términos de relaciones culturales entre nuestros países. Algunos gobiernos de Estados o Municipios –hay que decir que lo mismo no pasa con el Gobierno Federal– se han mostrado interesados en promover eventos literarios que involucren a toda a América Latina. A finales de septiembre tendremos un primer encuentro de escritores hispano-americanos en Pernambuco titulado FLIPORTO. Dos meses después, en Ceará, acogeremos a un grupo de representantes de 7 países hispano-americanos, para un forum que busca definir la creación de un programa común de ediciones y la organización de un nuevo modelo de la Bienal del Libro, con cubrimiento de toda América Latina. En Santo André (interior de São Paulo) la Secretaría de Cultura promoverá a principios de 2008 un gran evento cultural para el cual invitará a poetas de los 19 países hispanoamericanos. Creo que corresponderá a todos nosotros, definir planos de acción común, de manera que podamos conformar una sustanciosa red de conexiones culturales que finalmente pueda aproximar a nuestros países.

En Colombia la empresa privada es completamente hostil a la cultura. ¿Cómo es la actitud de la empresa privada brasileña?

No creo que sea posible más pensar en intereses culturales, cuando lo que se discute es el patrocinio para su producción, para la producción de la cultura. Como la cultura se ha contaminado casi totalmente por el espectro del entretenimiento, todo gira en torno de su aplicación en el mercado y no se habla más de su enriquecimiento intrínseco, sea en la esfera estética o social. La fuente de todo esto no está en una definición de reglas, sino en la matriz educacional que en el caso brasileño es absolutamente frágil, permitiendo así los más disparatados vandalismos en todos los ambientes, trátese de política, cultura, etc. Y ya están contaminados los propios artistas, lo que es peor. Por lo tanto el que no existan intereses culturales de parte de las empresas, expresa solamente un cuadro, cuyo acierto debe ser buscado en el establecimiento inmediato de una fuerte política educacional. Esta es nuestra utopía, nuestro desafío más grande.

¿Cómo percibe un brasileño el conflicto interno de Colombia?

Los medios de comunicación en Brasil no son distintos de un patrón periodístico internacional, donde se cuenta la historia de conformidad con los intereses de algunos grupos. ¿A quién puede interesar una América Latina desgarrada, desunida? ¿Y con qué desvergonzada facilidad nuestros gobiernos atienden a este mecanismo de fragmentación? La política internacional debe ser así mismo muy compleja, pronta a impedir que uno de nuestros presidentes convide a los demás para el establecimiento de un pacto que envuelva a los países de lengua portuguesa y española, sin que la usura les impida perder algo en nombre de un proyecto mayor. Los brasileños no perciben lo que pasa internamente en Colombia. Tampoco los mexicanos o nicaragüenses o dominicanos. Muchos colombianos no comprenden lo que pasa internamente en su propio país. Lo mismo sucede en Brasil, en mayor o menor escala. Este es un retrato de nuestro continente, de su tragedia insular.

Lula da Silva representa una de las tentativas más ambiciosas de la izquierda en los últimos años. ¿Ha respondido la realidad con la expectativa fundada?

La realidad brasileña jamás estuvo entre los intereses de Brasilia, en cualquier gobierno. Es difícil decir que la vergonzosa situación límite a que llegó el Congreso Nacional en Brasil tiene que ver directamente con un ambicioso proyecto de izquierda. No creo que resuelva enfrentar una culpa inmediata, cuando lo que está en curso y bien grande, es una pérdida de intereses de parte de la postulación de un escenario político, como si fuera posible dispensarlo. Como si nos interesara un tipo de sociedad seudo-anarquista, movida por la violencia de pequeños grupos. Cabe preguntar también aquí si esto nos interesa. Yo no creo en regímenes políticos pero sí en intereses políticos. Estamos siendo corroídos por el cinismo desenvuelto en nuestro ambiente político. Desde que se fueron del poder los gobiernos militares, ningún gobierno civil ha dado pruebas de lo contrario de lo que aquí afirmo. Lo que no quiere decir que un gobierno militar sea algo aceptable. En verdad, estamos construyendo un escenario democrático que es una broma, es puro cinismo.