Silencio del Cronopio


Es como la súbita interrupción de un encuentro feliz, como si cesaran de un momento a otro los fuegos de artificio de un esplendoroso carnaval, como el deshilvanarse de un hilo que conducía al territorio de los interregnos y las iluminaciones. Hace unas cuatro semanas los lectores de Cronopios, el diario virtual que inaguró esta nueva y revolucionaria forma de comunicación, no lo encontramos por ninguna parte, así lo busquemos, como amantes furtivos y ansiosos, en los últimos pasillos del laberinto cibernético.

Se trata de un momentáneo silencio, un intervalo de Ignacio Ramírez Pinzón, gran amigo, confabulador, lúcido compilador de travesuras creativas, crítico mordaz de la realidad domeñana y sus pérfidas encarnaciones, y alguien que señaló un nuevo camino, entre otros a los creadores y responsables de Con-fabulación, que imaginaron su proyecto partiendo de la notable significación y hondura de Cronopios.

Pero este ya clásico diario virtual no es la única empresa y encarnación que Ignacio ha emprendido en su carrera fecunda. El gran periodista, quién también fue guionista cinematográfico de filmes muy exitosos, trabajo primero, como casi todos nosotros, en la prensa oficial y se exilió de ella, como en parte también lo estamos haciendo la gran mayoría, al descubrir los restos de cicuta que duermen en sus entretelones. Además se trata de un escritor lúdico, con un tomo de cuentos fantásticos –La Galaxia en la Azotea- y una sutil mixtura de periodismo y poesía bautizada Los Fantasmas Felices, donde se siente con belleza casi sensual la verdad de un famoso haikú: La vida es la risa/ en los labios de la muerte”

Esperamos que muy pronto reaparezca, con nuevos embates y nuevos hechizos, el diario de los lectores alerta, del espectador prevenido, del testigo que vendrá: Habla de nueva y baila catala, cronopio cronopio