Quemarropa: ¡Por qué no me callo!

Por Jotamario Arbeláez *

A diferencia del gran poeta Álvaro Mutis, quien muere por ver un rey, no es mucha la gracia que me hacen los soberanos. Tal vez por haber crecido en el barrio Obrero, y estudiado en un establecimiento público, donde lo único notable que hice fue colaborar en el derrocamiento de un gobierno militar a pedrada limpia (iba a decir, a santa pedrada.) O tal vez por haberme vinculado a la iconoclasia, que nos impulsaba –tiempos aquellos de exagerados ardores- a “ahorcar al último tirano con las tripas del último cura.” Como se ve, tampoco veía con buenos ojos a los ‘gorilas’ en los gobiernos, y tampoco me era sufrible ningún gobierno.

Viene esto al caso con motivo del zafarrancho armado en la sesión plenaria de la Cumbre Iberoamericana el pasado sábado (10-11-07) en Chile, entre el presidente venezolano Hugo Chávez, el español José Luis Rodríguez Zapatero, el nicaragüense Daniel Ortega y el Rey Juan Carlos I de España. Uno de esos eventos donde se ven enfrentadas la pujante izquierda sobreviviente y la impetuosa derecha neoliberal -así el tema sea la cohesión social de la comunidad iberoamericana-, en los cuales debiera imperar, como en las nobles cortes, el tratamiento respetuoso y el modal diplomático.

Pero no hay que olvidar que en 1960, en la ONU, el primer ministro soviético Nikita Kruschev, aburrido de que no se le concediera la palabra –y tal vez furioso porque no se le permitía visitar Disneywold-, se quitó un zapato y lo azotó repetidas veces contra su curul hasta que las cámaras de televisión le pusieron bolas. Los izquierdistas recalcitrantes e inteligentes, para llamar la atención, no vacilan en apelar al truco circense.

Ortega criticó las actividades de una empresa española en su territorio y Chávez la de otra en el suyo. Y pasó a tildar al ex jefe de gobierno español José María Aznar de fascista, lo que implicó que el actual jefe de gobierno español entrara a defenderlo, a pesar de su antípoda posición ideológica. Ello dio pie para una altisonante reiteración de Chávez que hizo que su sacarreal majestad estallara con un estentóreo: ¿Por qué no te callas?, seguido de un ostentoso abandono del recinto.

El neoliberalismo afirma que el grosero fue Chávez y la izquierda exquisita que el patán fue el rey. Explica Chávez que Aznar tuvo que ver con el golpe que se le dio en 2002, y llegó a cuestionar al mismo rey (“Podrá ser muy rey...”) de también tener velas en el asunto.

No creo que la dignidad de un rey esté por encima de la de un jefe de estado elegido democráticamente. Desde que de niño escuché en la escuela el himno nacional de la república de Colombia me sigue resonando ese gran principio de que “el rey no es soberano”, por lo menos para nosotros los emancipados. Por muy bocón y desbordado que sea Chávez, como lo tildan los bieneducados, hay que reconocer que representa soberanamente a su pueblo. Mientras que el rey lo es por mandamiento divino. Cosa que dudo, por lo menos en este caso. Creo más bien que fue impuesto por Francisco Franco, españolete de la más triste recordación.

En la Ley de Sucesión en la Jefatura de Estado (julio-1947), el sucesor a título de Rey propuesto fue Juan Carlos Borbón y Battenberg, pero sus no muy cordiales relaciones con el Generalísimo hicieron posible un salto de garrocha que permitió el nombramiento de Juan Carlos como Príncipe de España. Fue un sucesor designado por Franco, y a la muerte de éste, el 20-11-75, juró acatar los principios del Movimiento Nacional, que perpetuarían el Franquismo. Sin embargo, ni bobo que fuera, promovió un referendo de reforma que contó con un apoyo del 94%, lo que le permitió ponerle conejo a su compromiso con los antiguos verdugos de España y derivar hacia la democracia. Fue proclamado Rey el día 22 y coronado el 27. Sólo 2 años después su padre, ante lo inevitable, abdicó a sus derechos dinásticos y a la jefatura de la Casa Real ante la joyita de su hijo.

Entre los delitos contra la democracia hay dos detonantes. El golpe de estado, como el que le dio el general Rojas a Laureano con el beneplácito de casi toda la población, y el fraude electoral, como el que le hicieron al general Rojas, con el beneplácito de la clase dirigente. Y en este paquete está la complicidad con los golpistas, de parte de los gobierno de otros países. Cómo no va a tener derecho el agraviado en ponerlo de presente en una reunión internacional. Pensaría el señor rey que Chávez, en la progresión de su cantaleta, no se limitaría a acusar a Aznar de fascista y de haber colaborado con el golpe que casi lo tumba, sino que iba a llegar a mencionarlo a él, como indirectamente lo ha hecho en otros contextos, y por eso protesto y se abrió. Y así vimos que en Chile llegó el reyecito y mandó a callar.

En este momento, en España, el “¿Por qué no te callas?”, en la voz del monarca, está siendo usado como ringtone para celulares. Y sobre esa burla popular de los mismos españoles nadie protesta. Yo tampoco me burlo pero no me callo, porque no soy lacayo ni soy cipayo.

* Poeta, periodista y cultor del terrorismo expresivo en su formas más genuinas, impetuosas y puras